El Efecto Mateo en la lectura de los niños

septiembre 21, 2023

El Efecto Mateo, referido a la lectura, fue enunciado por el psicólogo norteamericano Keith Stanovich en 1968. La formulación de este efecto se inspira en un versículo del evangelio de Mateo (13:12), que puede ser traducido así: «El rico se hará más rico; el pobre se hará más pobre y aun perderá lo que tiene».

El Efecto Mateo puede ser explicado así: Imaginemos un arqueólogo bien preparado en su campo, dueño de un léxico amplio, conocedor de las técnicas modernas de exploración, que está estudiando las chullpas de Ático, en Arequipa; imaginemos que lee el libro “Vichama de Vegueta”, de Ruth Shady y colaboradores. Es seguro que lo lee con pasión. Comprende lo que dice y su imaginación vuela; ahora mira con otros ojos la exploración que él está haciendo. Sabía bastante; ahora sabe más: se ha enriquecido. Ese mismo arqueólogo lee el informe del examen radiológico de sus pulmones que ha ordenado su médico. No sabe mucho al respeto y no entiende lo que dice el texto, salvo que hay algo raro en su organismo. Él no ha ganado mucho con la lectura pues era pobre de conocimientos al respecto.

En la escuela, aun en los primeros años, el Efecto Mateo está presente. Alumnos que aprendieron a leer en primer grado, cuando están en segundo ya leen, no solo lo que se lee en el aula, sino lo que encuentran fuera. Y cada vez que leen algo, esas nuevas lecturas incrementan sus destrezas, enriquecen su vocabulario, y se sienten más seguros de sí mismos. Consiguen más que lo que tenían al principio. «El rico se hará más rico”. En cambio, los niños que no aprendieron a leer, aunque “están en proceso” -como diría la evaluación censal-, sienten que lo que leen es pura nube, apenas pueden leerlo silabeando y al terminar con mucho esfuerzo no puedan dar cuenta de lo que leyeron. Cada nuevo texto es un obstáculo invencible y una ocasión para el desánimo. No avanzan más, y pierden la confianza en si mismos, y comienzan a convencerse de que no son buenos para la escuela. “el pobre se hará más pobre y aun perderá lo que tiene».

A medida que avanza la escolaridad, el Efecto Mateo hace más ancha la brecha. Lo prueban las evaluaciones de lectura levantadas con niños mayores en cuarto grado de primaria y con adolescentes en secundaria, en grados donde el daño es ya irreparable.

Esa es la razón por la cual escribí mi libro “Afianzamiento y recuperación de la lectura en el segundo grado de la EBR”. Las evaluaciones censales dicen que dos tercios de la población escolar de segundo grado no poseen las capacidades de lectura en el nivel esperado. Previendo y previniendo lo que puede suceder, algo hay que hacer en segundo y tercer grados, para que la brecha, todavía angosta, no crezca y más bien sea superada.

La metodología que propongo descansa sobre la idea de que conviene trabajar con todos los alumnos de la sección, creando oportunidades para que los alumnos más adelantados contribuyan a una tarea que favorezca a los que saben menos sin que estos sientan que se les tiende la mano. Y más bien consiguiendo que ellos también contribuyan con lo que poseen, que a veces puede ser una experiencia vital muy rica.

Aprovechar el trabajo colectivo armando textos diversos (listas, mapas semánticos, cuadros sintácticos, sumillas, etc.)  que serán, a la vez productos de escritura y material de lectura. Sin separar a los niños ni programar sesiones separadas, trabajando con todos valiéndose de la pizarra es posible que los niños atrasados se recuperen y los otros refuercen lo aprendido.