LAS ROTACIONES EN LA ESCRITURA DE LOS NIÑOS

abril 25, 2012

Manuel Valdivia Rodríguez

ImagenLa directora de un buen colegio de Lima me ha consultado el problema de una niña de segundo grado, que lee bien, incluso en la segunda lengua que se trabaja en la institución, y que construye textos, pequeñitos, sí, pero que dicen lo que quiere exponer en ellos. Todos están contentos con sus logros, pero les preocupa un hecho que los desconcierta: con frecuencia, la niña escribe palabras con alguna grafía “al revés”, incluso su propio nombre, que tiene una letra molesta que le voltea de vez en cuando. Como el problema aludido es muy frecuente en los primeros grados de muchas escuelas, he escrito una nota al respecto, con la idea de incluirla en mi blog. 

Algunos niños que se encuentran todavía en la etapa de aprendizaje de la escritura trazan ciertas grafías y números como si estos hubieran rotado sobre su eje vertical. No es raro, por ejemplo, que, al hablar sobre las partes de la cara, escriban “doca” en vez de “boca”  o que al escribir el “7” o el “4” lo hagan como si las cifras miraran para el otro lado. Por lo general, esto se produce con una sola grafía de la palabra y no con todas, y no impide que sus autores lean correctamente lo que han escrito o que resuelvan operaciones aritméticas sin que el cambio de dirección de los números afecte el hallazgo del resultado. Este fenómeno es llamado, sencillamente, rotación[1].

No obstante que son frecuentes los casos de niños que rotan grafías, no existe al presente una explicación fehaciente y definitiva sobre las causas de este fenómeno. Pueden levantarse algunas hipótesis, que conviene mencionar porque tendrían que ser tomadas en cuenta para programar una ejercitación especial orientada a superar ese problema.

–          Se trata de niños que, para reconocer un signo gráfico, toman en cuenta la forma de sus elementos más que a su dirección. Una “bolita” y una “raya” pueden bastar para trazar una “b”, que será “b” para ellos aunque hayan trazado “d”. No ven esto como problema  porque la totalidad de la palabra dice lo que ellos quieren (en el caso del ejemplo, “doca” está diciendo, para ellos, “boca”).
 

–          Se trata de niños que necesitan reforzar todavía la organización del espacio plano (el de la hoja de papel), que para efectos de la lectura y escritura debiera tener lados (izquierda, derecha; arriba, abajo) y direcciones (de izquierda a derecha, de arriba abajo). Es probable que estos niños no consigan proyectar su lateralidad al papel (i) porque no han sigo guiados para hacerlo o (ii) simplemente porque ellos mismos no son conscientes de la lateralidad en su cuerpo.

–          Puede ser que haya actuado una cierta deficiencia en el trabajo del docente durante la etapa de aprendizaje, que se puede haber mostrado en situaciones como las siguientes:

  • El profesor no reparó oportunamente en las rotaciones en que incurría algún niño. En consecuencia este formó modelos sicomotrices equivocados o inestables, que se expresan en rotaciones cuando tienen que escribir en forma independiente.
  • El docente no dedicó momentos para mostrar explícitamente a los niños la forma y dirección del trazo de las grafías, hecho frecuente en los últimos años en que se ha descuidado el aprendizaje sistemático de la escritura por influencia de teorías que abogan por la espontaneidad y rechazan la presentación de modelos (Hablo de ‘modelos’ en el sentido de demostraciones de cómo se trazan las grafías, no de figuras impresas pegadas en la pared o dibujadas en los cuadernos; y hablo de ejercitación refiriéndome a las ocasiones de escritura inteligente que organiza el docente, no de las “planas” y ejercicios de copia mecánica).
  • Si los hubo, se trabajó solo con la pizarra. Esta mención es importante porque, en casos especiales –como es este en que se sorprende una rotación- conviene trabajar mostrando a los niños la forma y dirección del trazo en sus cuadernos personales, demostrándoles el trazo en el margen de las páginas, para que puedan ver el modelo trazado por el docente y compararlo con su escritura. Esto es importante porque la memoria visual[2] mantiene una imagen tan poco tiempo que, cuando el niño ve un signo en la pizarra al bajar la mirada a su cuaderno este ya desapareció.

–          Entre las hipótesis que se pueden levantar para explicar el problema habría que incluir una posible causa oftalmológica: el astigmatismo, que dificulta la visión, puede producir incomodidad en los niños para examinar detalles en signos que no les son familiares; igualmente, la poca discriminación de fondo y forma, y así otras. 

Tal vez haya otras explicaciones, pero estas pueden ser las principales. Sea cual fuere el factor predominante en el caso de las rotaciones, son varias las decisiones que conviene tomar:

–          Asumir que se está ante un problema manejable pues se trata de niños todavía aprendices de la lectura y escritura. Solo si se mantuviera luego de la etapa de aprendizaje y después de que se han realizado sin éxito acciones pedagógicas pertinentes, se puede considerar que es un problema mayor, en cuyo caso debe ser puesto en manos especializadas.

–          Trabajar con el niño de manera que afiance la consciencia de su lateralidad, pero no tratándolo como un niño particular con alguna deficiencia que requiere de tratamiento, sino organizando actividades en que intervengan todos los niños de la sección sobre todo en los momentos de actividad física: arrojar pelotas con una u otra mano, hacer carreras saltando con uno u otro pie, jugar a las olas (que se mueven a la derecha, a la izquierda), al trencito que avanza en direcciones distintas según las órdenes del profesor, etc.

–          Reiterar prácticas en el papel, para que se organice el espacio plano de la escritura. Igualmente, no en forma de “curación” del niño solo sino con actividades con todo el grupo: dibujo dictado en papel con cuadrícula, identificación de objetos dibujados tomando en cuenta el lugar donde están (arriba a la derecha, a la izquierda y abajo, etc.), y otros.

–          Supervisar el trazo del niño atendido, mostrándole en el margen de su propio cuaderno cómo debe ser el trazo de las grafías.

–          Proponer breves ejercicios “reparadores” – al niño atendido y en general a todos los niños- como la copia de “trabalenguas” escritos, que no son otra cosa que frases forzadas donde abunda la grafía problemática (“usaba botas y botines de b­uen tamaño”, “tapó el dado con el dedo”, la escritura de listas de palabras (nombres, por lo general) que contengan la grafía que preocupa,  etc.

Hay algo que no se debe hacer, sin embargo:

–          Pensar que se está ante un caso de dislexia (La dislexia es una situación mucho más complicada, que no puede ser diagnosticada por el docente sino por un especialista). 

–          Atribuir el problema al estilo de letra que se empleó para el aprendizaje de la escritura. Si bien las rotaciones aparecen con más frecuencia cuando se escribe en forma no ligada, esto no quiere decir que el estilo de letra sea el causante.  Lo que sucede en que la escritura no ligada está dando oportunidad para que se exhiban problemas que de otra manera no habrían sido vistos o que podrían afectar de otros modos en las situaciones en que se usa la escritura ligada.

–          Compadecer al niño como un alumno candidato a tratamiento especializado. Lo peor que puede suceder es hacer sentir mal a un niño que ha dado muestras de tener un desarrollo escolar normal. Más aún, afectarlo “bajándole la nota” por un accidente de trazo en una situación donde importa más la construcción de un texto. 

Nota. No debe llamar la atención que este problema aparezca en palabras familiares para el niño como pueden ser su nombre o apellido, como sucede con la niña de que hablamos al inicio. Por el contrario: la familiaridad trae por consecuencia una mayor automaticidad en la escritura y por lo tanto un menor cuidado.


[1] Algunos autores usan como sinónimo la frase “escritura en espejo”. Pienso que esta sinonimia no conviene. En sentido estricto, trazar una letra no es escribir. Se escribe palabras, frases, oraciones; las grafías se dibujan o, mejor, se trazan. La “escritura en espejo” es un fenómeno más complejo y probablemente con otras causas que la rotación, que se presenta en algunos aprendices, o en personas que ya escribían desde antes en dirección correcta y que pierden esa capacidad por causa de algún desorden cerebral. Incluso hay casos similares al de Leonardo Da Vinci, que era diestro con ambas manos, y escribía cuando quería en un sentido o en otro. 

[2] Usaremos esta fórmula general, “memoria visual”, para no entrar en fórmulas más delicadas que necesitarían de explicaciones que extenderían mucho este comentario. Es caso de “memoria icónica”, “memoria léxica”, y otros.


INTERROGANTES EN TORNO A LA EIB

abril 1, 2012

Jorge Cobián / Manuel Valdivia

Jorge Cobián es un joven profesional peruano, amigo por quien tengo gran aprecio. Inmediatamente después de leer mi artículo sobre la evaluación de la lectura en castellano como segunda lengua, envió a través del Facebook una breve nota en que planteaba inquietudes e interrogantes en torno a la EIB en nuestro país. La nota expone con tanta precisión las dudas que rondan en nuestras mentes, que no he vacilado en compartirlo con los lectores de mi blog. Lo presento incluyendo después la respuesta que le di en el FB, también inmediata. Lee el resto de esta entrada »